Bienvenido al Poké-Asilo
Yo había usado «Velocidad
extrema» para llegar cuanto antes al otro lado del valle, cuya vegetación
ostentaba una tonalidad rosácea a los pies de una pequeña meseta. Para ello había
que cruzar un puente, pero como me pillaba muy lejos me arriesgué a atravesar
el caudaloso río de un salto. No llegué a pisar la orilla, pero por suerte
tampoco fui arrastrado por la corriente acuática.
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Imagen de Lisa Fotios (pexels.com) |
Una vez en el Boscaje Malva,
aparte de corroborar que la fauna era igual de hostil que en los demás lugares
que exploré, desarrollaba mi vista aural no sólo con el objetivo de encontrar a
Roselia, sino también para
aventajarme en las próximas luchas.
Por el camino me encontraba
objetos que ocasionalmente eran artificiales, lo cual probaba que alguien debió
haberlos perdido. Yo desconocía la mayoría de dichos objetos y los almacenaba en
mi bandolera por si las moscas, la cual me había olvidado de vaciar, por lo que
tuve que reemplazar sabiamente algunas pertenencias.
Minutos más tarde, tuve que
volver a usar mi piedra brillante para orientarme en la oscuridad, puesto que
la luz del incipiente atardecer se filtraba cada vez más tenuemente entre los
espesos follajes púrpura. Sin embargo, al poco rato sucedió aquello de lo que
me había advertido Mienshao:
Vislumbré unas diminutas centellas irrumpiendo en la oscuridad, por lo que tuve
que cerrar los ojos de inmediato y guiarme por mi vista aural. ¿Cuál fue
entonces la razón por la que no debía mirar aquellas esporas? Pues lo averigüé
después de llegar a un manantial plagado de hongos que resultaron ser Pokémon,
concretamente unos Morelull que se
inquietaron al verme, incluido un Shiinotic
que parecía hacerle algo perjudicial a dos Pokémon que tenía enfrente, los
cuales eran Roselia y un Nidorino que estaban profundamente
dormidos. Éste último seguramente era a quien Roselia tenía que rescatar.
- Escuchadme. – carraspeé. – No
quiero problemas. Sólo he venido a por Roselia
y ese Nidorino.
- Mentira. – se impuso el Shiinotic, quien no era más que una
enorme seta con brazos y piernas. – Queréis robarnos.
- ¿Robaros? Mira, no sé qué clase
de tesoro custodiáis, pero ya os lo he dicho; sólo quiero llevarme a esos dos
Pokémon dormidos.
- ¿Por qué deberíamos hacerte
caso?
- Pues… no sabría demostrarlo, pero
me llevaré a esos Pokémon, con o sin vuestro consentimiento.
Dicho eso, me lancé a cargar con Roselia y el Nidorino para luego marcharme del manantial sin preámbulos, pero
los Morelull me derribaron
combinando un ataque de «Fuerza lunar». Fue entonces cuando el Shiinotic aprovechó para adormilarme
con su «Somnífero», pero yo logré alejarme del lugar usando «Velocidad extrema»
a pesar de las heridas y el creciente sopor.
A los pocos segundos, antes de
caer rendido por el sueño, logré comerme una baya que, según cómo me había
descrito Mienshao, era una Baya
Atania… y al cabo de unas decenas de segundos me desvelé. Así era; la Baya
Atania combatía el sueño, mientras que la Baya Safre curaba las quemaduras, la
Baya Meloc el envenenamiento, y la Baya Zreza la parálisis… según recordaba yo
las palabras de Mienshao.
Luego de comerme también una Baya
Aranja para sanar mis heridas, tardé varios minutos en abandonar el Boscaje
Malva y regresar al otro lado del Valle Verdemar, esta vez cruzando el puente.
De vuelta en la aldea, dejé a Roselia
y al Nidorino en el Sanatorio
Florges antes de llevarlos al Poké-Asilo. Mientras eran curados, yo acudí a los
estanques para ver a Feebas.
- Caramba, Z, ¿de dónde vienes? Estás todo sucio y pareces agotado. – se
preocupó ella.
- De una misión de rescate. –
respondí cortamente.
- … ¿Y ya está, no me cuentas
cómo ha sido?
- Pues mira, te lo resumiré: He
trabado amistad con Scrafty, quien
me terminó llevando al Poké-Asilo, donde fui brevemente adiestrado por la maestra
Mienshao. Luego escuché por
casualidad que Roselia, una de las
alumnas de aquel lugar, aún no había vuelto de una misión, por lo que me vi
obligado a ayudarla. Para ello tuve que ir a un bosque que hay al otro lado del
valle, donde cumplí la misión escapando de unos Pokémon con forma de hongos que
esparcían esporas capaces de adormecer con sólo mirarlas. Y aquí estoy ahora,
esperando a que Roselia y el Pokémon
al que había que salvar se recompongan en el Sanatorio Florges.
- … Vaya, sí que has tenido una
tarde ajetreada.
- Ya… y tú, por suerte, no habrás
hecho más que divertirte y relajarte en estos estanques, ¿verdad? – sonreí
luego de tanto tiempo.
- Bueno, la verdad es que empiezo
a echar de menos las aventuras que vivía contigo. Si mañana no tienes nada que
hacer, ¿me harías ese favor?
- Pues claro.
- Gracias, Z. – esbozó Feebas una
sonrisa que me alegró el alma.
Poco después, cuando Roselia y el Nidorino salieron del Sanatorio Florges, se toparon con Nidorina, la Pokémon que había
publicado la misión de rescate.
- ¡Mi amor! – exclamó ella
lanzándose a abrazar a Nidorino para
después mirar a Roselia. – Muchas
gracias por salvar a Nidorino.
- No hay de qué… pero me temo que
fue otro quien completó la misión, así que él debería llevarse el mérito. –
dijo Roselia algo decaída.
- Y ese fui yo. – entré en escena.
– Pero no me importa que te quedes con la recompensa.
Dicho eso, pese a que se notaba
que la Nidorina deseaba compartir
conmigo la recompensa, obedeció mis palabras y se la entregó toda a Roselia para luego darnos las gracias
una vez más y marcharse junto a Nidorino.
Luego de que Roselia guardase la recompensa en un bolso, me observó curiosa.
- Agradezco tu generosidad, pero
¿puedo saber quién eres y cuándo viniste aquí? – cuestionó.
- Me llamo Z, y he llegado hoy mismo a este valle. – me presenté. – El caso es
que conocí a las maestras Espeon y Mienshao, y ésta última me sugirió que
fuese en tu busca, pues te demorabas en volver de una misión.
- ¿Insinúas que eres nuevo en el
Poké-Asilo?
- No lo creo, pero volveré allí a
ver qué dicen.
A los pocos minutos, yo había
acompañado a Roselia hasta el
Poké-Asilo, donde nos aguardaba la maestra Espeon
junto a la puerta principal.
- Por fin vuelves, Roselia. – dijo antes de mirarme a mí.
– Bien hecho, Z. Ahora mismo
informaré a Mienshao sobre tu logro.
En ese instante, Espeon entró en el edificio, dejándonos
solos a mí y a Roselia.
- Te envidio, Z. – rompió ella el silencio. – Acabas
de llegar y ya estás ganando popularidad, pues pareces capaz de hacer cualquier
cosa. Ojalá fuese yo más fuerte, cosa que lograría más fácilmente si evoluciono…
pero para eso necesito una Piedra Día. Y no he conseguido ninguna porque,
además de caras, son difíciles de encontrar.
- ¿Piedra Día, te refieres a algo
como esto? – pregunté sacando mi piedra brillante de la bandolera, y el rostro
de Roselia se iluminó.
- ¡Por Arceus, sí! ¡Esa es una
Piedra Día! – exclamó emocionada, aunque luego me dirigió una mirada
suplicante. – Por favor, ¿serías tan amable de dármela?
- Claro, cógela. Después de todo,
no me ha servido de mucho.
Fue entonces cuando Roselia sostuvo dicha piedra entre las
rosas que tenía como manos y tanto dicho mineral como ella comenzaron a brillar
tanto que tuve que taparme los ojos con un brazo. Para cuando me lo retirase, Roselia se había convertido en una bella
Roserade tan alta como yo. La Piedra
Día había desaparecido.
- ¡Qué bien, por fin he
evolucionado! – exclamó muy feliz. – ¡Muchísimas gracias!
Y Roserade me besó en la mejilla, lo que me dejó como un pasmarote por
varios segundos.
En cuanto viniera Mienshao, ésta me recompensó
invitándome a cenar en el comedor del Poké-Asilo, donde ya disfrutaban del
festín un Minccino hembra, Scrafty, un Lycanroc macho (en forma de medianoche), y aquel trío que yo había
visto antes en el Mesón; la Gothorita,
el Pancham y la Purrloin.
- Vaya, mirad quién ha venido: El
que montó un pollo por salvar a Lopunny.
– sonrió maliciosamente Gothorita.
- ¡En aquel momento no fui dueño
de mis actos! – protesté algo avergonzado.
- Atención, por favor. – llamó Mienshao la atención. – Hoy cenará con
nosotros este Lucario llamado Z,
quien ha hecho posible el retorno de Roselia…
aunque ahora, como veis, ha evolucionado a Roserade.
- Porque Z no sólo tuvo la amabilidad de quedarme con recompensa de la
misión a pesar de su contribución, sino que además me regaló una Piedra Día. –
justificó Roserade dedicándome una sonrisa de agradecimiento.
- ¿En serio? – se interesó Gothorita. – Jolín, estás ganando
muchos puntos, machote.
Minutos después de haber cenado,
la mayoría de los Pokémon se dirigieron al catre. Como yo no sabía dónde
estaban los aposentos, Mienshao me
acompañó hasta ellos… terminando por llevarme hasta una habitación bastante
florida y con dos camas de paja.
- ¿E… estoy admitido en el Poké-Asilo?
– dudé.
- ¿Acaso tenías ya preparado un
sitio para dormir? En cualquier caso, si quieres ingresar aquí, espera hasta
mañana. – decía Mienshao. – A Roserade le agradará saber que pasarás
la noche con ella.
Justo cuando iba a protestar, Mienshao ya se había esfumado.
Me acurruqué en una de dichas
pilas de heno con una manta… rogando que Roserade
no se aprovechase de mí mientras estuviera dormido.
***
Cuando desperté, me dio mucha
pereza levantarme a pesar de que mis fuerzas se habían restablecido… aunque sí
llegué a mirar la otra cama para comprobar que seguía vacía. ¿Mi compañera
había madrugado, o yo he dormido como un Snorlax?
De todos modos, tardé poco más de
un minuto en gozar de un buen estiramiento para luego dirigirme al comedor y
desayunar. Allí me encontré a Roserade.
- ¡Buenos días, Z! – me saludó alegre. – ¿Has dormido
bien?
- De maravilla. – contesté
adormecido mientras paseaba la vista a mi alrededor. – ¿Dónde están todos?
- Han desayunado hace rato y se
fueron a hacer sus tareas… ¿Mienshao
te ha dejado algún recado?
- No que yo recuerde… Espera; ayer
cuando me entrenaba, ella me dijo que desarrollase mi ataque «Psíquico» con la
ayuda de Espeon. ¿Sabes dónde puede
estar?
- Espeon no suele hacer otra cosa más que vigilar la entrada principal,
así que ve allí.
Seguí entonces el consejo de Roserade y acudí a la entrada
principal, no sin antes desayunar algo. Efectivamente allí estaba Espeon sentada y firme como un guardia.
- Esto… Hola, Espeon. – intenté llamar su atención.
- Hola. – me devolvió ella el
saludo sin llegar a mirarme.
- ¿Qué te iba a decir…? Oh, sí.
¿Me podrías enseñar a usar mejor mi ataque «Psíquico»?
Esta vez Espeon sí me dirigió la mirada, aunque tardó un poco en contestarme.
- De acuerdo. – accedió. –
Siéntate a mi lado.
- ¿Vas a enseñarme aquí? –
cuestioné después de hacer lo que me pidió.
- Soy la guardiana del
Poké-Asilo, así que no puedo moverme de aquí a menos que me lo permita Mienshao.
- Pues cómo te compadezco.
- Bueno, lo importante es que
hago esto por una buena causa, y encima es un menester bien tranquilo… Bueno,
ahora presta atención y sigue mis consejos.
Fue entonces cuando Espeon me soltó un rollo sobre la
meditación y la paz mental, ya que ambas cosas contribuían en el correcto uso
de un poder psíquico. No voy a entrar en detalles, así que diré que este
adiestramiento me pareció más complejo que el que tuve ayer con Mienshao, pero me ayudó a relajarme y a
confiar más en mi capacidad mental.
No sé cuánto tiempo pasó, pero
para cuando Espeon diese por finalizada
la clase, el sol ya pegaba fuerte.
- ¿Y bien, cómo te sientes? – me
preguntó Espeon mientras yo me
levantaba.
- Me siento… como más ligero,
pero también algo cansado. – respondí algo confundido.
- Ya has dado el primer paso.
Cuando quieras continuar, ven a verme. Ah, y recuerda esto: El miedo no sólo
puede alterar tu racionalidad al igual que la ira, sino que también bloquea tu
mente, así que procura mantener la calma para prevenir cualquier acto del que
luego podrías arrepentirte.
Luego de dar las gracias y
despedirme de Espeon, entré de nuevo
en el Poké-Asilo para echar un vistazo al tablón de anuncios. La mayoría de
ellos trataban de misiones de rescate, mientras que el resto mencionaban alguno
que otro evento.
- ¿Qué, tienes dudas en lo que vas
a hacer hoy? – me sorprendió la Gothorita
junto al Pancham y la Purrloin que la acompañaban. Yo no
quería trabar enemistad con nadie, así que traté de limar asperezas con aquel
trío tan inquietante.
- Ejem… – carraspeé. – ¿Quiénes
sois?
- Somos el Equipo GothFang.
Venimos al Poké-Asilo para entrenarnos, pero en realidad vivimos en la aldea…
Tú te llamabas Z, ¿verdad? Lo cierto
es que me has despertado la curiosidad… aunque imagino que habrás venido para
hacer el bien, ¿no?
- ¿Qué te hace pensar eso? – no
pude evitar hacer una mueca de amenaza.
- Los Lucario tienen un gran sentido de la justicia… pero a pesar de ello
has hecho migas con Scrafty, y
encima te hiciste amigo de una Feebas.
¿Tú sabes a qué evoluciona ese pez?
- No. ¿En qué?
- Cuando lo averigües seguro que
se te saldrán los ojos de las cuencas… Pero vamos, que percibo algo de malicia
en ti. Por eso voy a invitarte a entrar en mi grupo.
- ¿Eh?… No, lo siento. Eso es
algo en lo que tendré que pensar detenidamente. Y por cierto, te equivocas en
lo de que tengo malicia; yo tan sólo estoy un poco desorientado.
- Pues yo puedo ayudarte en eso…
y también en lo de desarrollar tu poder psíquico. – comenzó a acercárseme Gothorita con expresión seductora. –
Venga, ¿no te inspiro la suficiente confianza? La soledad puede ser muuuy mala.
Acabé retrocediendo bruscamente
no sólo por lo desagradable que resultaba el aura de Gothorita, sino también porque juraría haber notado que ella me
estaba hipnotizando.
- Mira… Agradezco mucho tu
colaboración, pero acabo de acordarme de que debo hacer algo muy importante,
así que me marcho. Ya nos veremos en otra ocasión. – excusé con la finalidad de
salir de allí rápidamente.
Uf, qué plasta se estaba poniendo
esa niña gótica… Vaya, y encima no he cogido ningún anuncio del tablón. Bueno,
iré a ver a Feebas en la aldea
mientras pienso en lo que podría hacer durante el resto del día.
Al llegar a los estanques, Feebas se alegró de verme como era de
prever.
- ¡Hola, Z! – me saludó sonriente. – ¿Qué tal todo?
- Bien, bien… – contesté
indiferente. – Parece que la líder del Equipo GothFang me está acosando,
pero en general bien.
- ¿Equipo GothFang?
- Es un grupo formado por una Gothorita, una Purrloin y un Pancham. Gothorita es la líder… y mira que he
intentado simpatizar, pero su aura derrochaba malicia, al igual que sus
compañeros. Ahora sólo espero que ella me comprenda y no me guarde rencor por
haber rechazado su propuesta de unirme a su equipo… Bueno, ¿y qué tal tú, en
serio no te aburres de estar nadando todo el rato por estos estanques?
- Bueno… La verdad es que echo de
menos vivir alguna aventurilla contigo.
De pronto, apareció un Dragonair sobrevolando el valle. Todos
los Pokémon parecían alegrarse mucho de su llegada, como si se tratase de
alguien muy querido. No obstante, lo que me llamó la atención de Feebas fue que en su aura no sólo
percibí emoción, sino también algo de rencor y confusión.
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