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28/02/2020

Un Lucario llamado Z - cap. 7


Altercado en el Bosque Clorofila



- Venga, gandul, arriba. – oí la voz de Scrafty mientras yo me revolvía perezosamente sobre el sofá. – Vamos a entrenar antes de irnos al bosque, que no se puede ir a una misión en frío.

- ¿No vamos a desayunar primero?

- Hacer ejercicio con el estómago lleno es malo. Ya picaremos después del entrenamiento.

- Lo que usted diga, Señor Lasaludesloprimero. – solté un sarcasmo acordándome de cómo nos conocimos.



Nos dirigimos a la arena del Poké-Asilo, donde Mienshao estaba esperándonos como el otro día.



- ¿Y bien, Z? ¿Pediste a Espeon que te ayudara a desarrollar tu ataque «Psíquico»? – me preguntó ella mientras Scrafty se ponía a levantar unas pesas.

- Bueno, me ayudó más bien a desarrollar mi capacidad mental. – corregí.

- Bien, eso por lo menos es un avance… Prueba a levantar a esa roca con la mente. – señaló Mienshao una piedra de más o menos 50 cm de diámetro.



Me posicioné cerca de dicho objeto y me concentré para intentar levantarlo sin contacto físico. No fue fácil, pero al cabo de varios segundos logré hacer que se tambaleara, aunque necesité todavía más tiempo para conseguir elevarla en el aire. Me sentí muy orgulloso de mi avance.



- Bien hecho. Ahora rómpela. – propuso Mienshao.

- ¿Con la mente? – cuestioné incrédulo, y suspiré de resignación tras ver cómo asintió Mienshao con la cabeza.



Volví a concentrarme para hacer que la dichosa roca se resquebrajara… pero a los pocos segundos me asaltó una tremenda jaqueca que me obligó a dejar caer la piedra.



- Extiende el brazo en dirección a la roca. – me aconsejó Mienshao. – Abre la mano e imagina que estás agarrando el objeto. A ver si así te resulta más fácil destrozarlo.



Aquello me pareció un poco absurdo, pero lo intenté de todas formas.

Cerré los ojos e imaginé que sostenía la piedra. Acto seguido, probé a cerrar la mano con bastante presión… Y en cuanto cerrase bruscamente la mano, ¡la piedra se había partido en pedazos!



- Pero ¿cómo…? – me sorprendió el resultado.

- Has sincronizado tu fuerza física con la mental. Bravo. – me felicitó Mienshao antes de señalarme un saco de boxeo.

- ¿¡Quieres que rompa también eso con la mente!? – me exalté.

- No. – sonrió Mienshao a la vez que yo suspiré aliviado. – Ahora saca músculo golpeando con ese saco. Ya mejoraremos tu ataque «Psíquico» más tarde.



Me lié entonces a golpes con ese saco que parecía todavía más duro que la piedra de antes… y en un momento al azar entré en un frenesí que me incitó a atizar el saco con una potencia y velocidad increíbles, aunque aún así no logré romperlo ni descolgarlo de su soporte.



- ¿Qué ha sido eso? – miré algo desconcertado a Mienshao.

- El ataque «A bocajarro». – contestó ella. – Cuando un Pokémon ejecuta determinados actos o aumenta su experiencia en combate, puede aprender un nuevo ataque o recordar uno antiguo. Además, la potencia y precisión de dicho ataque dependen de la frecuencia con la que se usa.



Para cuando finalizara el entrenamiento matutino, lo cual duró casi media hora, fuimos al comedor para desayunar por fin. Tuve suerte de no toparme con Gothorita, ya que después de haberme incluido en su plan para encarcelar a Scrafty sólo porque rompió su relación con él por una tontería… es que me muero por darle una somanta de palos.



Luego de habernos pasado por el tablón de anuncios y que Scrafty cogiera alguno, él regresó a su casa para almacenar algunas cosas en su riñonera, además de ponerse una Insomnilente, es decir, unas oscuras gafas solares que le protegían del sueño. Luego de eso, nos adentramos en el Bosque Clorofila.


Imagen de vaughan james (freeimages.com)

Durante la exploración recogimos alimentos y objetos perdidos, aparte de combatir contra Pokémon hostiles. Scrafty peleaba con tanta destreza como brutalidad, lo que hacía de él un temible adversario, pero lo más sorprendente ocurrió cuando salió de entre unos matorrales la misma Lopunny que conocí en el Valle Verdemar, quien se le veía tan desesperada que acabó chocándose conmigo y caímos al suelo.



- ¡Anda, pero si eres tú…! – me reconoció la coneja.

- ¿Se puede saber qué haces en este bosque? – la interrogué disimulando lo mucho que me excitaba tenerla encima.

- Mi hermano y yo venimos a buscar castañas y de repente nos atacó una manada de Mankey. No quería abandonarle, pero me ordenó que huyese mientras distraía a aquellos monos rabiosos. – explicó antes de agarrarme de los hombros y suplicarme entre lágrimas. – ¡Por favor, tienes que ayudarnos!

- Argh, vale. Pero recuerda que no siempre contarás con mi ayuda; algún día deberás aprender a apañártelas por ti misma.

- Lo mismo digo. – intervino Scrafty, haciendo que Lopunny saltara de miedo por su aspecto y pose de tipo duro.



Escoltamos a Lopunny por el mismo camino que ella había tomado para dar con nosotros. No tardamos ni un minuto en llegar al lugar del asalto, donde no había ni un alma.



- ¡Ay, madre mía, que se lo han llevado! – se arrodilló Lopunny para luego llorar a moco tendido. – ¡BUAAAAA, todo ha sido mi culpa!

- Venga, tranquilízate. – intenté consolarla. – A ver si puedo localizar a tu hermano.



Cerré los ojos con el objetivo de seguir el rastro de Infernape por medio de mi vista aural… pero la cosa se complicó cuando apareció un viejo enemigo; el Scolipede que me atacó cuando me dirigía por primera vez al Valle Verdemar junto a Feebas.

No lo dudé un segundo y preparé mi «Garra metal» para lanzarme al ataque mientras Scrafty me apoyaba desde la distancia con su ataque «Antiaéreo», cuya ejecución era casi idéntica a la de mi «Esfera aural». No esperábamos que el Scolipede nos desequilibrase con un potente «Terratemblor» para luego agredir reiteradamente a Scrafty con «Pin misil».



- ¡Venga, no te quedes aquí parada! – le grité a Lopunny mientras yo distraía al Scolipede agarrándole la cabeza por detrás. – ¡Échanos una mano!



Lopunny logró armarse entonces del valor necesario para propinarle al Scolipede un «Puño mareo» que logró dejarlo confuso. Cuando fui junto a ella para felicitarla, me enteré de que su puño se había puesto morado… y a continuación el resto del cuerpo. Ella había sido envenenada.



La batalla se complicó aún más cuando llegaron los refuerzos del Scolipede; un grupo de numerosos Venipede que atacaron usando varios movimientos, entre los cuales destacó un «Golpe roca» que me fulminó por haberlo recibido de lleno en la cabeza. Scrafty se me acercó intentando evadir los «Picotazos venenosos» de los Venipede para ofrecerme algo que parecía una baya. Cuando iba a preguntarle qué era, Scrafty sólo me dijo que me la comiera cuanto antes, y eso hice, pues no era momento de reflexionar en nada.

Luego de eso, una desmesurada energía inundó mi cuerpo, privándome de toda serenidad e incitándome a arremeter salvajemente contra todo. Los Venipede cayeron como moscas ante mi imparable ataque mientras Scrafty se encargaba del condenado Scolipede y Lopunny se resentía por el envenenamiento. Verla a ella así me cabreó tanto que acabé atravesando el cuerpo del Scolipede con mi «Garra metal», ocasionándole entonces un daño aparentemente mortal.

Imagen de Asif Nahas (unsplash.com)
Como mi cuerpo aún rebosaba de energía, me desplacé por el bosque a los cuatro vientos intentando encontrar al dichoso hermano de Lopunny, cosa que afortunadamente no me costó mucho porque irrumpí al poco rato en un claro donde, aparte de múltiples Mankey, había casas en los árboles y una especie de coliseo donde vi a Infernape involucrado en una ardua pelea contra un feroz Primeape. Justo cuando iba a lanzarme en su ayuda, una manada de Mankey se abalanzó sobre mí para vapulearme… hasta que llegó un momento en que perdí los estribos y se grabó en mi mente la palabra “DESTRUIR” con letras de fuego.



Usé mis ataques a rienda suelta y sin reparar en el detalle de que yo propinaba puñetazos que aumentaban mi fuerza consecutivamente, lo cual significaba que yo había aprendido o recordado «Puño incremento».

Cuando todos los Mankeys quedaron para el arrastre, sólo faltaba el Primeape que recientemente le había dado el golpe de gracia a Infernape. A pesar de lo mucho que me habían apaleado, yo aún seguía con ganas de dar caña. Ni siquiera me preocupaba cuán alta fuese la probabilidad de que mi último contrincante saliera victorioso.



Mi lucha contra el Primeape tuvo lugar en casi todo aquel poblado tribal, y la energía que me había proporcionado aquel alimento que me dio Scrafty era lo único que me motivaba a continuar con la riña… pero mi cuerpo acabó por recibir daños tan severos que me limité a bloquear el último ataque del Primeape y forcejear hasta que ocurriera un milagro.

El dolor que yo había comenzado a experimentar era indescriptible. Pasé por muchos momentos duros, pero éste me daba ya la sensación de tener un pie en la tumba. Aquel Primeape ardía de ganas por vengar a su clan apaleándome hasta la morir… pero hice entonces un último esfuerzo por apartarme y dejar caer a mi oponente al suelo para arriesgarme en rematarlo con mi ataque «Psíquico», cuya efectividad resultó satisfactoria gracias a mi fortísima voluntad.

Luego de haber vencido al Primeape, giré la cabeza para ver que Scrafty y Lopunny habían llegado al ruinoso poblado para socorrer a Infernape. Para cuando éste me advirtiera de que tuviera cuidado, ya era tarde: Alguien me había golpeado la nuca y caí redondo al suelo.



***



Mientras volvía en mí, sentía un tremendo dolor repartido por todo mi cuerpo a la vez que respiraba una fragancia que me resultaba familiar… pero esta vez no vislumbré el rostro de la curandera Florges, sino el de Lopunny, quien lloró de felicidad al verme despertar.



- ¡Qué alegría, por fin despiertas! – me abrazó. – Temí que hubieras muerto.

- No lo toques, que ésta muy débil. – apareció Florges para luego acercarse a mí. – Pero ¿se puede saber en qué andas metido? La primera vez que viniste aquí no estabas tan herido, pero ahora… Macho, me sorprende que sigas vivo.

- ¿Tan grave estoy? – intenté levantar la cabeza para sentir entonces un leve mareo a la par que vi que llevaba tantas vendas encima que parecía una momia.

- Eh, acuéstate. Recibiste un serio golpe en la cabeza. Aún está por averiguar si te han quedado secuelas… A ver, ¿cuántos dedos ves? – y Florges me acercó su mano.

- Tres.

- Bien, parece que tu vista no ha sido afectada. ¿Te acuerdas de quiénes somos?

- Sí; eres la curandera del Valle Verdemar, y esta Lopunny es la hermana problemática de Infernape.

- ¡Eh! – se molestó Lopunny mientras que Florges sonrió.

- Bien, tu memoria también parece seguir intacta… Ahora tómate este puré de Baya Aranja. Ayudará a sanar tus heridas.



Florges comenzó a darme cucharadas de aquel puré, algo que me resultaba un poco asqueroso, pero que debía tomar si quería recuperarme cuanto antes.



Varios minutos después, llegó Infernape.



- Vaya, por fin despiertas. – se alegró. – Llevas inconsciente desde ayer.

- ¿Qué, he estado un día entero en coma? – me impresioné.

- Así podría decirse… Oye, quería darte las gracias por rescatar a mi hermana y después a mí. Estoy en deuda contigo. Si algún día necesitas ayuda para lo que sea, no dudes en pedírmela. – me agradeció antes de mirar a Lopunny. – Venga, hermana, que ya casi es la hora de comer.

- Adiós. – se despedía Lopunny de mí. – Ojalá te recuperes pronto.



Y me quedé solo, esperando a que Florges me diera el alta o que viniera a visitarme alguien más.

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