SEGUIDORES

26/02/2020

Un Lucario llamado Z - cap. 6


Una declaración y un terrible descubrimiento



Evidentemente aquel Dragonair era el Dratini que se había hecho amigo de Feebas pero que luego desapareció. Ni yo ni ella sabíamos por qué dicho Pokémon iba a darnos una explicación después de invitarnos a volar con él, cosa que nos extrañó un poco, pero de la que nos alegramos mucho de haber aceptado. Qué vistas, qué sensación de libertad… Ojalá yo hubiera nacido también como un Pokémon volador… aunque me conformo con ser un Lucario, pues eso ya me otorga grandes aptitudes.



Imagen de Daniel Angele (unsplash.com)
Desgraciadamente, el agradable viaje fue interrumpido cuando sobrevolamos una montaña de la que emergió súbitamente un monstruoso Steelix, agrediendo a Dragonair de tal forma que perdió el equilibrio y nos estrellamos en el Pantano Sombrío, un lugar donde abundaba tanto el agua como la tierra mientras las espesas copas de los árboles dificultaban bastante la entrada de la luz diurna.


Tras incorporarme, le propiné una «Esfera aural» a aquella enorme serpiente metálica antes de ir a buscar a Feebas, pero eso sólo enfureció más a la bestia, incitándola a aplastarme con su cuerpo, un ataque que logré evadir por los pelos. El Steelix estuvo a punto de asestarme un «Colmillo rayo», pero Dragonair lo abrasó con su «Lanzallamas». Se desató entonces una feroz lucha entre ambas serpientes que yo aproveché para buscar a Feebas… y para cuando la encontrase en menos de un minuto, lo único que se me ocurrió fue alejarme del lugar, pero todo volvió a torcerse cuando Dragonair se debilitó justo después de ser arrojado contra nosotros por el maldito Steelix. Traté de vengar a nuestro aliado arrojando «Esferas aurales» como un descosido contra aquella monstruosidad hasta que ésta me derribó con «Acua cola», obligándome a caer sobre una espesa charca donde divisé algo que me hizo abandonar toda esperanza: Algo enorme con refulgentes ojos verdes emergía lentamente de las ciénagas mientras se aproximaba a mí.

Tras cerrar los ojos esperando mi horrible final, escuché un tremendo golpe antes de sentir cómo temblaba la tierra durante un segundo. Con mi vista aural pude enterarme de que aquella cosa del pantano cargaba con Dragonair, luego con Feebas… y finalmente conmigo. Eso despertó tanto mi curiosidad que terminé abriendo los ojos para identificar a tal Pokémon como una Goodra que acercó su cara para preguntarme amigablemente: “¿Estás bien, pequeño?”.

Fue entonces cuando perdí el conocimiento.



***



Mientras yo recobraba la conciencia, vi a Dragonair y a Feebas charlando con la Goodra que nos había salvado. Cuando ésta se enteró de mi despertar, se me acercó para ofrecerme una Baya Aranja, la cual devoré para recuperar fuerzas.



- ¿Y el Steelix…? – supervisé el ambiente algo dolorido.

- Ya no os dará más problemas… a menos que se levante para que yo le atice de nuevo, ji ji ji. – contestó Goodra con gesto alegre.

- ¿Estáis… todos bien?

- Sí, gracias a ella. – contestó Dragonair mirando a Goodra, que se sonrojó un poco.

- Sois turistas, ¿no? – dudó Goodra. – Me alegra ver nuevas caras. Por este pantano no suelen venir muchos Pokémon…

- Ya… debe ser triste que alguien tan bueno como tú viva en un lugar tan… inhóspito. – comenté. – Por cierto, en realidad venimos aquí porque aquella serpiente de metal nos atacó por sorpresa. De no haber sido por ti, nos habría hecho papilla. Gracias.



Habíamos pasado un rato agradable con Goodra, sobre todo cuando se ofreció a guiarnos por un camino para salir del Pantano Sombrío. Lo cierto es que, pese a lo espeluznante que era el pantano, nadar sobre las ciénagas a lomos de Goodra resultó ser todo un espectáculo.

No sé cuánto tiempo tardamos en salir de aquel lugar, pero tras habernos despedido de Goodra y haber atravesado una gran colina, llegamos a una playa donde no había casi ningún Pokémon y podían verse los rayos solares reflejados en el mar. Holgaba decir lo gratamente sorprendidos que nos quedamos yo y Feebas, quien no dudó en lanzarse a nadar y bucear felizmente junto a Dragonair mientras yo exploraba la costa con la arena masajeándome los pies… terminando por recolectar algunos objetos que podría vender luego en la aldea. Manda huevos, ¿cuándo me acordaré de vaciar la bandolera?



Minutos después, yo permanecía sentado sobre una roca plana, viendo cómo Dragonair y a Feebas contemplaban una hermosa puesta de sol cerca de la orilla.


Imagen de Vladimir Fofanov (freeimages.com)


- Bueno… Supongo que ya estoy tardando en explicarte por qué no volví a verte, Feebas. – rompió Dragonair el silencio. – Verás… El caso es que un día iba a verte al lago en el que vivías, pero me atacó un Fraxure que casi me corta en rodajas. Logré darle esquinazo, pero me alejé tanto de mi hogar que me había perdido. Desde aquel momento tuve que aprender a sobrevivir por mi cuenta… y lo que me había dado fuerzas para ello era la esperanza de poder volver a verte. Después de todo, tú eras mi mejor amiga, y te había cogido tanto cariño que… acabé enamorándome de ti. Y para demostrarte que es verdad, te he reservado esto. ¿Podrás perdonarme?



Entonces Dragonair sacó de una bolsita que llevaba atada al cuello un pañuelo de bellos colores y contornos, el cual le puso a Feebas mientras ésta ardía de emoción.



- Oh, Dragonair… Es muy bonito. Pues claro que te perdono. – dijo cuando de repente, ella y el pañuelo comenzaron a brillar intensamente, lo cual me recordó cuando yo le había ofrecido una Piedra Día a Roselia y ésta acabó evolucionando. Lo mismo estaba pasando ahora con Feebas… y la verdad es que me quedé anonadado con el resultado: Ella se había convertido en una especie de gran serpiente con apariencia de sirena, o sea, en una Milotic. – ¡Por Arceus… Ahora soy… más grande… y hermosa! ¿Me has visto, Z? – se dirigió ella hacia mí emocionada, y yo sólo pude asentir con la cabeza.

- Oye, Feebas… O sea, Milotic. – llamó Dragonair de nuevo la atención. – Llevo mucho tiempo ansiando preguntarte esto… – enrolló entonces su cola con la de Milotic. – ¿Quieres casarte conmigo?



Esa propuesta a la vista del ocaso hizo de aquel momento algo absolutamente conmovedor… y Milotic, con lágrimas brotándole de los ojos respondió con un tierno “sí”. Tras repetir dos veces la misma palabra con mayor énfasis, ella se fundió en un romántico beso con Dragonair. Aquello fue tan bonito que no pude retener las lágrimas.



***



Tardamos unos cuantos minutos en volver al Valle Verdemar volando, cosa que ya resultó algo más difícil para Dragonair porque Feebas se había convertido en un Pokémon tan grande como él. No era de extrañar que, al llegar a la aldea, Dragonair estuviera exhausto, aunque tenía las fuerzas suficientes para anunciar su compromiso con Milotic, una noticia que emocionó a toda la población. Yo, entretanto, me fui a buscar de una vez por todas una tienda donde pudiera vender algunos objetos de mi bandolera… y di entonces con el Bazar Sylveon, cuya dependienta era una Sylveon tan bella como salerosa.



- Buenas tardes, ¿qué se te ofrece? – me atendió cordialmente.

- Estooo… necesito vender algunas cosas. – contesté mientras hurgaba en mi bandolera.

- Guay. Pon sobre el mostrador lo que quieras vender.



No cobré demasiado por todo lo que vendí, pero al menos había aligerado… Y aquella Sylveon me cayó tan bien que me quedé a charlar un poco con ella.



- Pareces muy feliz. – observé.

- Claro. Esta aldea está rebosante de vida y de paz. – justificó Sylveon. – Y encima con esta radio puedo escuchar música que haga de todos los días algo divertido.

- Eso es un estéreo. – corregí con una sonrisa mirando aquel aparato que emitía canciones no muy ruidosas para no molestar a los Pokémon que pasaban cerca.



Al cabo de unos minutos, puse rumbo al Poké-Asilo para ver si ya era la hora de cenar, dado que había anochecido. Rayos, qué corto se me ha hecho este día.



Al llegar, vi que Espeon seguía en el mismo sitio donde la vi por última vez.



- Hola de nuevo, Z. – me saludó ella con su expresión neutral de siempre.

- Buenas noches. – le devolví el saludo. - ¿Es ya la hora de cenar?

- Todavía no. Falta media hora.

- Ah… Entonces daré una vueltecita por aquí… Oye, ¿conoces a Dragonair?

- Ya deberías saber la respuesta teniendo en cuenta mi ocupación.

- … Bueno, el caso es que va a casarse con mi amiga Feebas, que acaba de evolucionar a Milotic.

- Qué bien. Difundiré la noticia.



Lo que hice entonces para pasar el tiempo fue visitar a Scrafty en su casa. Llamé a la puerta, pero resultó que estaba abierta. Curioso, asomé la cabeza preguntando por Scrafty… y a los pocos segundos me quedé inmóvil. ¿Cuál fue la causa? El poder telequinético de Gothorita.



- ¿Es esto una venganza por haberte rechazado? – la miré con desprecio.

- Jejeje, ahora eres tú el que se equivoca. – sonrió ella mientras se dirigía a un rincón donde resultó haber una trampilla. – No, lo que quiero es que sepas quién es realmente Scrafty.



Bajamos entonces a un sótano donde vi algo que me dejó de piedra: Un montón de botes vacíos con etiquetas que ponían «MIEL: Propiedad Pastelería Vespiquen».



- Así es. Scrafty fue quien robó la Miel de nuestra queridísima pastelería. Fue muy astuto cuando logró ocultar la existencia de este sótano que excavó él mismo. – explicó Gothorita.

- Pero… ¿Y tú cómo has descubierto esto?

- Porque Scrafty y yo fuimos amigos durante un tiempo. Lo compartíamos todo… hasta que por alguna razón se molestó cuando yo fundé mi propio equipo. Desde entonces no me ha vuelto a hablar… Y ahora te pasará lo mismo a ti, Z: Si él se entera de que tienes amigos más confiables, y que encima has descubierto su horrible secreto, no dudaría en enviarte a la tumba.

- No… no puede ser… Espera, hay algo que no me cuadra. ¿Por qué te confió Scrafty este secreto, y por que no le delataste cuando dejasteis de ser amigos?

- Primero; por que a ambos nos gustaban tanto los pasteles que a él se le ocurrió robar dicha miel para que pudiéramos fabricar todos los dulces que quisiéramos, y encima gratis. Y segundo; no le delaté por que fue un detalle demasiado bonito para mí… y porque me amenazó de muerte si yo llegaba a desvelar su secreto.

- Madre mía… Hay que avisar a las autoridades. – me dispuse a salir de la casa ahora que Gothorita había dejado de inmovilizarme con su telequinesis.

- ¡Quieto ahí! Scrafty podría andar cerca. Hay que salir de aquí con total discreción.

- Mierda, es cierto… Espera, usaré mi vista aural para comprobar si estamos solos.



Y al no detectar la presencia de ningún Pokémon, salimos precavidamente de la casa y me propuse a bajar hasta la aldea para contactar con la policía, pero Gothorita me paró.



- ¿Qué pasa ahora? – me enfurruñé.

- Ahora viene lo difícil, Z: Finge que no has visto nada mientras yo pienso en cómo delatar a Scrafty sin que él sospeche de nosotros, que es muy listo. – justificó ella.

- Entonces ¿para qué me has enseñado eso del sótano?

- Porque necesito un infiltrado.

- ¿Y para eso no te sirven tus compañeros de equipo?

- Deja de hacer preguntas tontas y mantengámonos alejados hasta nuevo aviso. Ah, y ni se te ocurra contarle esto a nadie.



Yo alucinaba mientras Gothorita se marchaba. ¿Cómo demonios iba yo a seguir viendo a Scrafty con buenos ojos, y cuánto tiempo tardará Gothorita en idear el plan perfecto para delatarle? Dejé de cavilar cuando de repente me rugieron las tripas, razón por la que regresé al Poké-Asilo para ver si ya estaba lista la cena.



Allí vi reunidos a todos los Pokémon como en la noche anterior. Cuando Scrafty me saludó, yo me esforcé por devolverle el saludo como si yo no hubiera descubierto su horrible secreto. Algo que se me hizo un poco raro es que todos se pusieron a cenar sin que Mienshao mencionara antes lo de la boda de Dragonair y Milotic como había hecho ayer con lo de mi llegada. ¿Será que a Espeon se le olvidó comunicarlo? Eh, ahora que la menciono, ella no está cenando con nosotros. ¿Aún seguirá montando guardia? ¿Es que ella no come nunca o qué? Bueno, el caso es que me planteé comunicar dicho casamiento por mi cuenta, pero al final no lo hice porque me daba mucho corte. Pensé entonces en decírselo a Mienshao cuando terminásemos todos de cenar… pero cuando ese momento llegó, resultó que ella ya sabía lo del evento, sólo que no lo compartió con sus inquilinos porque aquello aún no tenía fecha. Diablos, cuánta razón tenía.



Cuando estuve a punto de dirigirme al catre, me di cuenta entonces de que yo no estaba demasiado cansado. Y más raro aún; tampoco tenía demasiadas ganas de dormir en el cuarto de Roserade, y eso que ya tenemos confianza. De hecho, ¡me apetecía más dormir en casa de Scrafty! Pero ¿qué me está pasando? ¡Él es un criminal, tal y como lo aparentaba!

No sé. Algo me dice que debería confiar más en él que en Gothorita porque, para empezar, ¿por qué esa niña gótica querría enseñarme la prueba de que Scrafty robó la Miel si ella y yo apenas nos conocíamos? Lo cierto es que parecía ansiosa por tenerme en su equipo… ¿Y si todo eso era un complot para meter a Scrafty entre rejas sólo porque su relación con Gothorita se fue al garete? Qué confuso todo.


Bueno, está decidido: Pasaré la noche en casa de Scrafty. Sólo espero no meterme en un lío muy gordo.



Al salir del Poké-Asilo, evidentemente vi a Espeon en el sitio de siempre.



- ¿Qué pasa, tú no duermes ni cenas? – cuestioné.

- De ambas cosas hago muy poco. – contestó ella. – La vigilancia en el fondo es un coñazo, ¿para qué te voy a mentir? Pero claro, cuando te dispones a hacer algo por el bien común, aguantas lo que sea… ¿Y tú, adónde vas?

- A dormir en… otro sitio. No me he sentido muy cómodo compartiendo habitación con una chica.



En ese momento pasó algo que no me esperé en absoluto: Espeon se rió.



- Qué verde tienes la facultad de persuasión. – razonó su espontánea carcajada. –

Pero te creo. Vas a dormir en casa de Scrafty, que es un macho igual que tú, ¿no?

- ¿Cómo lo has adivinado? – pregunté aún con el gesto de sorpresa presente en mi cara, y Espeon ahogó una risita.

- Soy un Pokémon psíquico. ¿Necesitas más detalles?



No quise permanecer más tiempo allí, sobre todo porque ya empezaba a refrescar, así que me despedí de Espeon y corrí hasta la casa de Scrafty.

Con el corazón en la boca llamé a la puerta, la cual estaba cerrada esta vez. Scrafty tardó unos cuantos segundos en abrirla.



- No me lo digas: Quieres pasar la noche aquí. – me leyó el pensamiento.

- Obviamente. – reprimí las ganas de preguntar con expresión molesta si tan fácil era leerme la mente.

- Anda, pasa… Te advierto que aquí sólo hay una cama, y que yo no pienso dormir en otro sitio.

- Tranquilo, dormiré en el sofá tan ricamente.

- Oye, se te ve muy tenso. ¿Has tenido movida con alguien?

- … No.



La forma en que respondí a aquella pregunta ya fue mi primera metedura de pata, puesto que Scrafty me dirigió una mirada furtiva.



- No disimules, que somos amigos. Puedes contarme lo que sea. – se me acercó sonriente mientras yo sudaba de los nervios.

- … Vale, es Gothorita, que me ha presionado para que me uniese a su equipo. – excusé.

- Ja, si eso estaba clarísimo. – me golpeó Scrafty el hombro amistosamente. – Tú despiertas pasiones con ese cuerpo delgado pero robusto que tienes, y encima con esa faceta de joven solitario que parece ocultar un horrible pasado.

- Anda ya. – disimulé vagamente mi sonrojo.

- Bueno, pues no te molesto más. – anticipó Scrafty su camino hacia la cama. – Yo me voy a sobar. Que duermas bien.



Por una parte me alivió que Scrafty no sospechara que yo sabía su secreto, pero por el otro lado me sentía mal porque seguía viéndolo como un colega, y que aún así yo estaba involucrado en un plan para mandarlo a la cárcel.

Finalmente acabé tirando de la manta y le confesé todo lo que Gothorita me hizo saber.

El resultado fue… extravagante.



- … ¿Y tú te fías de Gothorita? – me preguntó Scrafty luego de permanecer callado por unos segundos que se me hicieron eternos.

- … No. – contesté algo inquieto. – La verdad es que no.

- Sabía que no eras tan inocente. – me palmeó Scrafty la espalda.

- ¿Qué insinúas, que esa niña gótica me ha mentido para ganarse mi confianza, y que ella es la verdadera culpable del robo de la Miel?

- Para ganarse tu confianza, seguro. Pero no te ha mentido del todo… porque es cierto que yo robé la Miel. Bueno, en realidad la robamos juntos.

- Yo… yo alucino… Espera, hay un detalle me falta por saber: ¿Cómo es que tú y Gothorita dejasteis de ser amigos?



Y al formular esa pregunta, Scrafty sonrió picaronamente, lo que me dio mala espina.



- Verás… es que yo dirigía un negocio de perfumes.

- ¿VENDÍAS PERFUMES? – me quedé boquiabierto.

- Y lo sigo haciendo… Pero el caso es que Gothorita no paraba de preguntarme cómo obtenía yo unos perfumes tan exquisitos… y yo no me atreví a confesarle que esas cosas me las confiaba mi novia.

- ¿Y ENCIMA TIENES NOVIA?

- A la cual llevo ya mucho tiempo sin ver, ya que vive muy lejos… Bueno, como podrás intuir, a Gothorita no le gustó nada que yo no compartiese con ella todos mis secretos, así que un día, ¡PLUM! Dejamos de hablarnos… Y a día de hoy está como loca por hacerme la 13 14.

- Joder… – murmuré antes de que reinara el silencio por varios segundos.

- Oye, para enmendar el crimen que cometimos Gothorita y yo, ¿qué te parece si mañana mismo nos vamos a buscar Miel para que la Pastelería Vespiquen reabra?

- Ahora sí empiezas a caerme bien.



Y Scrafty y yo chocamos los puños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, evita la mayor cantidad de faltas ortográficas posible.