Una declaración y un terrible descubrimiento
Evidentemente aquel Dragonair era el Dratini que se había hecho amigo de Feebas pero que luego desapareció. Ni yo ni ella sabíamos por qué
dicho Pokémon iba a darnos una explicación después de invitarnos a volar con
él, cosa que nos extrañó un poco, pero de la que nos alegramos mucho de haber
aceptado. Qué vistas, qué sensación de libertad… Ojalá yo hubiera nacido
también como un Pokémon volador… aunque me conformo con ser un Lucario, pues
eso ya me otorga grandes aptitudes.
Imagen de Daniel Angele (unsplash.com) |
Tras incorporarme, le propiné una
«Esfera aural» a aquella enorme serpiente metálica antes de ir a buscar a Feebas, pero eso sólo enfureció más a la
bestia, incitándola a aplastarme con su cuerpo, un ataque que logré evadir por
los pelos. El Steelix estuvo a punto
de asestarme un «Colmillo rayo», pero Dragonair
lo abrasó con su «Lanzallamas». Se desató entonces una feroz lucha entre ambas
serpientes que yo aproveché para buscar a Feebas…
y para cuando la encontrase en menos de un minuto, lo único que se me ocurrió
fue alejarme del lugar, pero todo volvió a torcerse cuando Dragonair se debilitó justo después de ser arrojado contra nosotros
por el maldito Steelix. Traté de
vengar a nuestro aliado arrojando «Esferas aurales» como un descosido contra
aquella monstruosidad hasta que ésta me derribó con «Acua cola», obligándome a
caer sobre una espesa charca donde divisé algo que me hizo abandonar toda
esperanza: Algo enorme con refulgentes ojos verdes emergía lentamente de las
ciénagas mientras se aproximaba a mí.
Tras cerrar los ojos esperando mi
horrible final, escuché un tremendo golpe antes de sentir cómo temblaba la
tierra durante un segundo. Con mi vista aural pude enterarme de que aquella
cosa del pantano cargaba con Dragonair,
luego con Feebas… y finalmente
conmigo. Eso despertó tanto mi curiosidad que terminé abriendo los ojos para
identificar a tal Pokémon como una Goodra
que acercó su cara para preguntarme amigablemente: “¿Estás bien, pequeño?”.
Fue entonces cuando perdí el
conocimiento.
***
Mientras yo recobraba la
conciencia, vi a Dragonair y a Feebas charlando con la Goodra que nos había salvado. Cuando
ésta se enteró de mi despertar, se me acercó para ofrecerme una Baya Aranja, la
cual devoré para recuperar fuerzas.
- ¿Y el Steelix…? – supervisé el ambiente algo dolorido.
- Ya no os dará más problemas… a
menos que se levante para que yo le atice de nuevo, ji ji ji. – contestó Goodra con gesto alegre.
- ¿Estáis… todos bien?
- Sí, gracias a ella. – contestó Dragonair mirando a Goodra, que se sonrojó un poco.
- Sois turistas, ¿no? – dudó Goodra. – Me alegra ver nuevas caras.
Por este pantano no suelen venir muchos Pokémon…
- Ya… debe ser triste que alguien
tan bueno como tú viva en un lugar tan… inhóspito. – comenté. – Por cierto, en
realidad venimos aquí porque aquella serpiente de metal nos atacó por sorpresa.
De no haber sido por ti, nos habría hecho papilla. Gracias.
Habíamos pasado un rato agradable
con Goodra, sobre todo cuando se
ofreció a guiarnos por un camino para salir del Pantano Sombrío. Lo cierto es
que, pese a lo espeluznante que era el pantano, nadar sobre las ciénagas a
lomos de Goodra resultó ser todo un
espectáculo.
No sé cuánto tiempo tardamos en
salir de aquel lugar, pero tras habernos despedido de Goodra y haber atravesado una gran colina, llegamos a una playa
donde no había casi ningún Pokémon y podían verse los rayos solares reflejados
en el mar. Holgaba decir lo gratamente sorprendidos que nos quedamos yo y
Feebas, quien no dudó en lanzarse a nadar y bucear felizmente junto a Dragonair mientras yo exploraba la
costa con la arena masajeándome los pies… terminando por recolectar algunos
objetos que podría vender luego en la aldea. Manda huevos, ¿cuándo me acordaré
de vaciar la bandolera?
Minutos después, yo permanecía
sentado sobre una roca plana, viendo cómo Dragonair
y a Feebas contemplaban una hermosa
puesta de sol cerca de la orilla.
![]() |
Imagen de Vladimir Fofanov (freeimages.com) |
- Bueno… Supongo que ya estoy
tardando en explicarte por qué no volví a verte, Feebas. – rompió Dragonair el silencio. – Verás… El caso
es que un día iba a verte al lago en el que vivías, pero me atacó un Fraxure que casi me corta en rodajas. Logré
darle esquinazo, pero me alejé tanto de mi hogar que me había perdido. Desde
aquel momento tuve que aprender a sobrevivir por mi cuenta… y lo que me había
dado fuerzas para ello era la esperanza de poder volver a verte. Después de
todo, tú eras mi mejor amiga, y te había cogido tanto cariño que… acabé
enamorándome de ti. Y para demostrarte que es verdad, te he reservado esto.
¿Podrás perdonarme?
Entonces Dragonair sacó de una bolsita que llevaba atada al cuello un
pañuelo de bellos colores y contornos, el cual le puso a Feebas mientras ésta ardía de emoción.
- Oh, Dragonair… Es muy bonito. Pues claro que te perdono. – dijo cuando
de repente, ella y el pañuelo comenzaron a brillar intensamente, lo cual me
recordó cuando yo le había ofrecido una Piedra Día a Roselia y ésta acabó evolucionando. Lo mismo estaba pasando ahora
con Feebas… y la verdad es que me
quedé anonadado con el resultado: Ella se había convertido en una especie de
gran serpiente con apariencia de sirena, o sea, en una Milotic. – ¡Por Arceus…
Ahora soy… más grande… y hermosa! ¿Me has visto, Z? – se dirigió ella hacia mí
emocionada, y yo sólo pude asentir con la cabeza.
- Oye, Feebas… O sea, Milotic.
– llamó Dragonair de nuevo la
atención. – Llevo mucho tiempo ansiando preguntarte esto… – enrolló entonces su
cola con la de Milotic. – ¿Quieres
casarte conmigo?
Esa propuesta a la vista del
ocaso hizo de aquel momento algo absolutamente conmovedor… y Milotic, con lágrimas brotándole de los
ojos respondió con un tierno “sí”. Tras repetir dos veces la misma palabra con
mayor énfasis, ella se fundió en un romántico beso con Dragonair. Aquello fue tan bonito que no pude retener las lágrimas.
***
Tardamos unos cuantos minutos en
volver al Valle Verdemar volando, cosa que ya resultó algo más difícil para Dragonair porque Feebas se había convertido en un Pokémon tan grande como él. No era
de extrañar que, al llegar a la aldea, Dragonair
estuviera exhausto, aunque tenía las fuerzas suficientes para anunciar su
compromiso con Milotic, una noticia
que emocionó a toda la población. Yo, entretanto, me fui a buscar de una vez
por todas una tienda donde pudiera vender algunos objetos de mi bandolera… y di
entonces con el Bazar Sylveon, cuya dependienta era una Sylveon tan bella como salerosa.
- Buenas tardes, ¿qué se te
ofrece? – me atendió cordialmente.
- Estooo… necesito vender algunas
cosas. – contesté mientras hurgaba en mi bandolera.
- Guay. Pon sobre el mostrador lo
que quieras vender.
No cobré demasiado por todo lo
que vendí, pero al menos había aligerado… Y aquella Sylveon me cayó tan bien que me quedé a charlar un poco con ella.
- Pareces muy feliz. – observé.
- Claro. Esta aldea está
rebosante de vida y de paz. – justificó Sylveon.
– Y encima con esta radio puedo escuchar música que haga de todos los días algo
divertido.
- Eso es un estéreo. – corregí
con una sonrisa mirando aquel aparato que emitía canciones no muy ruidosas para
no molestar a los Pokémon que pasaban cerca.
Al cabo de unos minutos, puse
rumbo al Poké-Asilo para ver si ya era la hora de cenar, dado que había
anochecido. Rayos, qué corto se me ha hecho este día.
Al llegar, vi que Espeon seguía en el mismo sitio donde
la vi por última vez.
- Hola de nuevo, Z. – me saludó ella con su expresión
neutral de siempre.
- Buenas noches. – le devolví el
saludo. - ¿Es ya la hora de cenar?
- Todavía no. Falta media hora.
- Ah… Entonces daré una
vueltecita por aquí… Oye, ¿conoces a Dragonair?
- Ya deberías saber la respuesta
teniendo en cuenta mi ocupación.
- … Bueno, el caso es que va a
casarse con mi amiga Feebas, que
acaba de evolucionar a Milotic.
- Qué bien. Difundiré la noticia.
Lo que hice entonces para pasar
el tiempo fue visitar a Scrafty en
su casa. Llamé a la puerta, pero resultó que estaba abierta. Curioso, asomé la
cabeza preguntando por Scrafty… y a
los pocos segundos me quedé inmóvil. ¿Cuál fue la causa? El poder telequinético
de Gothorita.
- ¿Es esto una venganza por
haberte rechazado? – la miré con desprecio.
- Jejeje, ahora eres tú el que se
equivoca. – sonrió ella mientras se dirigía a un rincón donde resultó haber una
trampilla. – No, lo que quiero es que sepas quién es realmente Scrafty.
Bajamos entonces a un sótano
donde vi algo que me dejó de piedra: Un montón de botes vacíos con etiquetas
que ponían «MIEL: Propiedad Pastelería Vespiquen».
- Así es. Scrafty fue quien robó la Miel de nuestra queridísima pastelería.
Fue muy astuto cuando logró ocultar la existencia de este sótano que excavó él
mismo. – explicó Gothorita.
- Pero… ¿Y tú cómo has
descubierto esto?
- Porque Scrafty y yo fuimos amigos durante un tiempo. Lo compartíamos todo…
hasta que por alguna razón se molestó cuando yo fundé mi propio equipo. Desde
entonces no me ha vuelto a hablar… Y ahora te pasará lo mismo a ti, Z: Si él se entera de que tienes amigos
más confiables, y que encima has descubierto su horrible secreto, no dudaría en
enviarte a la tumba.
- No… no puede ser… Espera, hay
algo que no me cuadra. ¿Por qué te confió Scrafty
este secreto, y por que no le delataste cuando dejasteis de ser amigos?
- Primero; por que a ambos nos
gustaban tanto los pasteles que a él se le ocurrió robar dicha miel para que
pudiéramos fabricar todos los dulces que quisiéramos, y encima gratis. Y
segundo; no le delaté por que fue un detalle demasiado bonito para mí… y porque
me amenazó de muerte si yo llegaba a desvelar su secreto.
- Madre mía… Hay que avisar a las
autoridades. – me dispuse a salir de la casa ahora que Gothorita había dejado de inmovilizarme con su telequinesis.
- ¡Quieto ahí! Scrafty podría andar cerca. Hay que
salir de aquí con total discreción.
- Mierda, es cierto… Espera,
usaré mi vista aural para comprobar si estamos solos.
Y al no detectar la presencia de
ningún Pokémon, salimos precavidamente de la casa y me propuse a bajar hasta la
aldea para contactar con la policía, pero Gothorita
me paró.
- ¿Qué pasa ahora? – me
enfurruñé.
- Ahora viene lo difícil, Z: Finge que no has visto nada mientras
yo pienso en cómo delatar a Scrafty
sin que él sospeche de nosotros, que es muy listo. – justificó ella.
- Entonces ¿para qué me has
enseñado eso del sótano?
- Porque necesito un infiltrado.
- ¿Y para eso no te sirven tus
compañeros de equipo?
- Deja de hacer preguntas tontas
y mantengámonos alejados hasta nuevo aviso. Ah, y ni se te ocurra contarle esto
a nadie.
Yo alucinaba mientras Gothorita se marchaba. ¿Cómo demonios
iba yo a seguir viendo a Scrafty con
buenos ojos, y cuánto tiempo tardará Gothorita
en idear el plan perfecto para delatarle? Dejé de cavilar cuando de repente me
rugieron las tripas, razón por la que regresé al Poké-Asilo para ver si ya
estaba lista la cena.
Allí vi reunidos a todos los
Pokémon como en la noche anterior. Cuando Scrafty
me saludó, yo me esforcé por devolverle el saludo como si yo no hubiera
descubierto su horrible secreto. Algo que se me hizo un poco raro es que todos
se pusieron a cenar sin que Mienshao
mencionara antes lo de la boda de Dragonair
y Milotic como había hecho ayer con
lo de mi llegada. ¿Será que a Espeon
se le olvidó comunicarlo? Eh, ahora que la menciono, ella no está cenando con
nosotros. ¿Aún seguirá montando guardia? ¿Es que ella no come nunca o qué? Bueno,
el caso es que me planteé comunicar dicho casamiento por mi cuenta, pero al
final no lo hice porque me daba mucho corte. Pensé entonces en decírselo a Mienshao cuando terminásemos todos de
cenar… pero cuando ese momento llegó, resultó que ella ya sabía lo del evento,
sólo que no lo compartió con sus inquilinos porque aquello aún no tenía fecha.
Diablos, cuánta razón tenía.
Cuando estuve a punto de
dirigirme al catre, me di cuenta entonces de que yo no estaba demasiado cansado.
Y más raro aún; tampoco tenía demasiadas ganas de dormir en el cuarto de Roserade, y eso que ya tenemos
confianza. De hecho, ¡me apetecía más dormir en casa de Scrafty! Pero ¿qué me está pasando? ¡Él es un criminal, tal y como
lo aparentaba!
No sé. Algo me dice que debería
confiar más en él que en Gothorita
porque, para empezar, ¿por qué esa niña gótica querría enseñarme la prueba de
que Scrafty robó la Miel si ella y
yo apenas nos conocíamos? Lo cierto es que parecía ansiosa por tenerme en su
equipo… ¿Y si todo eso era un complot para meter a Scrafty entre rejas sólo porque su relación con Gothorita se fue al garete? Qué confuso
todo.
…
Bueno, está decidido: Pasaré la
noche en casa de Scrafty. Sólo
espero no meterme en un lío muy gordo.
Al salir del Poké-Asilo,
evidentemente vi a Espeon en el
sitio de siempre.
- ¿Qué pasa, tú no duermes ni
cenas? – cuestioné.
- De ambas cosas hago muy poco. –
contestó ella. – La vigilancia en el fondo es un coñazo, ¿para qué te voy a
mentir? Pero claro, cuando te dispones a hacer algo por el bien común, aguantas
lo que sea… ¿Y tú, adónde vas?
- A dormir en… otro sitio. No me
he sentido muy cómodo compartiendo habitación con una chica.
En ese momento pasó algo que no
me esperé en absoluto: Espeon se
rió.
- Qué verde tienes la facultad de
persuasión. – razonó su espontánea carcajada. –
Pero te creo. Vas a dormir en
casa de Scrafty, que es un macho
igual que tú, ¿no?
- ¿Cómo lo has adivinado? –
pregunté aún con el gesto de sorpresa presente en mi cara, y Espeon ahogó una risita.
- Soy un Pokémon psíquico. ¿Necesitas
más detalles?
No quise permanecer más tiempo
allí, sobre todo porque ya empezaba a refrescar, así que me despedí de Espeon y corrí hasta la casa de Scrafty.
Con el corazón en la boca llamé a
la puerta, la cual estaba cerrada esta vez. Scrafty tardó unos cuantos segundos en abrirla.
- No me lo digas: Quieres pasar
la noche aquí. – me leyó el pensamiento.
- Obviamente. – reprimí las ganas
de preguntar con expresión molesta si tan fácil era leerme la mente.
- Anda, pasa… Te advierto que
aquí sólo hay una cama, y que yo no pienso dormir en otro sitio.
- Tranquilo, dormiré en el sofá
tan ricamente.
- Oye, se te ve muy tenso. ¿Has
tenido movida con alguien?
- … No.
La forma en que respondí a
aquella pregunta ya fue mi primera metedura de pata, puesto que Scrafty me dirigió una mirada furtiva.
- No disimules, que somos amigos.
Puedes contarme lo que sea. – se me acercó sonriente mientras yo sudaba de los
nervios.
- … Vale, es Gothorita, que me ha presionado para que me uniese a su equipo. –
excusé.
- Ja, si eso estaba clarísimo. –
me golpeó Scrafty el hombro
amistosamente. – Tú despiertas pasiones con ese cuerpo delgado pero robusto que
tienes, y encima con esa faceta de joven solitario que parece ocultar un
horrible pasado.
- Anda ya. – disimulé vagamente mi
sonrojo.
- Bueno, pues no te molesto más.
– anticipó Scrafty su camino hacia
la cama. – Yo me voy a sobar. Que duermas bien.
Por una parte me alivió que Scrafty no sospechara que yo sabía su
secreto, pero por el otro lado me sentía mal porque seguía viéndolo como un
colega, y que aún así yo estaba involucrado en un plan para mandarlo a la
cárcel.
Finalmente acabé tirando de la
manta y le confesé todo lo que Gothorita
me hizo saber.
El resultado fue… extravagante.
- … ¿Y tú te fías de Gothorita? – me preguntó Scrafty luego de permanecer callado por
unos segundos que se me hicieron eternos.
- … No. – contesté algo inquieto.
– La verdad es que no.
- Sabía que no eras tan inocente.
– me palmeó Scrafty la espalda.
- ¿Qué insinúas, que esa niña
gótica me ha mentido para ganarse mi confianza, y que ella es la verdadera
culpable del robo de la Miel?
- Para ganarse tu confianza,
seguro. Pero no te ha mentido del todo… porque es cierto que yo robé la Miel.
Bueno, en realidad la robamos juntos.
- Yo… yo alucino… Espera, hay un
detalle me falta por saber: ¿Cómo es que tú y Gothorita dejasteis de ser
amigos?
Y al formular esa pregunta, Scrafty sonrió picaronamente, lo que me
dio mala espina.
- Verás… es que yo dirigía un
negocio de perfumes.
- ¿VENDÍAS PERFUMES? – me quedé
boquiabierto.
- Y lo sigo haciendo… Pero el
caso es que Gothorita no paraba de
preguntarme cómo obtenía yo unos perfumes tan exquisitos… y yo no me atreví a
confesarle que esas cosas me las confiaba mi novia.
- ¿Y ENCIMA TIENES NOVIA?
- A la cual llevo ya mucho tiempo
sin ver, ya que vive muy lejos… Bueno, como podrás intuir, a Gothorita no le gustó nada que yo no
compartiese con ella todos mis secretos, así que un día, ¡PLUM! Dejamos de
hablarnos… Y a día de hoy está como loca por hacerme la 13 14.
- Joder… – murmuré antes de que
reinara el silencio por varios segundos.
- Oye, para enmendar el crimen
que cometimos Gothorita y yo, ¿qué
te parece si mañana mismo nos vamos a buscar Miel para que la Pastelería
Vespiquen reabra?
- Ahora sí empiezas a caerme
bien.
Y Scrafty y yo chocamos los puños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, evita la mayor cantidad de faltas ortográficas posible.